22 de diciembre de 2024

Editorial 28/08/2013

PANORAMA | La puta, el coronel y la militancia rentada

Las redes sociales acompañan un proceso de cambio en la comunicación social. A través de ellas se intercambian informaciones, se realizan hasta confidencias, se producen romances y, además, son utilizadas para descargar odio, para agraviar e insultar.

La política, la religión, los sentimientos y la repetición de citas históricas o recientes son moneda corriente. Los partidos o agrupaciones y la dirigencia política usan facebook o Twitter para dar a conocer sus puntos de vista o sus pensamientos, de manera instantánea, ante cualquier situación. En “nuestra” comunidad virtual y también con el aporte de quienes no están radicados en Saladillo y se encuentran dispersos en el planeta, hay diálogos de todo tipo. Los que no son privados se multiplican en los muros amigos y cualquiera puede tener acceso a dichos y aseveraciones, algunas temerarias, de quien no es “amigo” virtual o no lo ha “bloqueado”. Así, entonces, se toma conocimiento, por ejemplo, de lo que un joven que adhiere a la Juventud Radical de nuestra ciudad, escribe en su muro y concita importantes adhesiones que se transmiten en la red y fuera de ella.
Se puede citar el siguiente escrito del joven:
“Se metieron a las escuelas con las casacas y banderas partidarias, colaboraron en cenas de instituciones con las camisetas partidarias, fueron a los barrios, clavaron las banderas y las remeritas, fueron a colaborar con los damnificados con la pechera de una agrupación. Que no imitemos lo más sucio de la política, no quiere decir que no vengamos incansablemente durante años militando. ‘Con la democracia se come se cura y se educa’. NO SE LUCRA. Nací en los barrios con Yrigoyen y Alem. Vos, en Campo de Mayo con una Puta y un Coronel”. Y debajo se lee: “A Vladimir Wuiovich, Fernando Arrospide…, y 13 personas más les gusta esto”.
Y después aclara, entre otros conceptos: “Pd: me olvidaba la definición y diferencia de ‘Puta’ y ‘Prostituta’. Prostituta es la que vende su cuerpo para mantenerse y alimentarse. Puta, que es lo que era Evita (Sin ningún gramo de Discriminación o machismo), significa que vende su cuerpo no por hambre, sino por poder o por intereses personales…” Esta cita también es del gusto del concejal Vladimir Wuiovich.
Luego, aseveran que militantes o adherentes de la Agrupación La Cámpora (porque a ellos se refieren sin nombrarlos) perciben mil trescientos pesos semanales o 5.200 pesos mensuales porque la Coca y el chori ya no les alcanza...
Que un joven no tenga claro algunos aspectos o conceptos vinculados a la militancia política y haya sido desde muy pequeño instruido partidariamente en un exacerbado “gorilismo” que no le permite discernir “de qué se trata” en realidad, es posible y, a la vista está. Ahora, que autoridades partidarias de la UCR o un concejal, agravien gratuitamente a una figura política discutida históricamente como Eva Perón, de innegable peso en las últimas 5 décadas del siglo pasado, es grave.
Porque se han dicho, se dicen y se dirán tantas cosas de Evita o de cualquier dirigente político y eso tiene lógica. La crítica, los elogios, sus palabras o discursos, sus actitudes, todo puede ser pasado por un fino tamiz para concluir en lo positivo o negativo de su figura. Tratarla de “puta” y sentirse gustoso de hacerlo, aplaudir esa actitud o congraciarse con ella, son una grosería y una bajeza.
Porque se puede discutir, como que no, sobre Evita o La Cámpora pero en el terreno de la racionalidad. Y, al parecer, es lo irracional lo que madura en algunas mentes incapaces de sostener lo que afirman o escriben.
Porque hay que sumar el concepto de militancia y el agregado insolente, pendenciero y con una gran carga de odio que se desprende de lo publicado sin fundamentación alguna.
Hay un concepto erróneo sobre el significado de lo que se denomina militancia rentada generalizando y cayendo, ácidamente, sobre jóvenes que creen, equivocados o no, en un proyecto.
En jóvenes que, muchas veces, hacen su aporte material de distintas formas. En jóvenes que militan políticamente sin pensar, muchas veces, en una remuneración. Y allí está la clave. En la remuneración. ¿Está bien?
Está muy bien que aquel que dedica su tiempo, sus espacios y muchas horas de su día a la militancia política sea recompensado. Si no, estaría muy mal que el Intendente municipal cobre lo que cobra en viáticos, movilidad y sueldo por “militar” todos los días del año sin descanso. ¿O es que no debe ser remunerada su militancia? ¿o el Intendente no es un militante?
Habría que preguntarle a Carlos Gorosito cuánto percibe mensualmente por su innegable y destacada “militancia” diaria, algo que puede ser criticado o defendido a ultranza, tanto como lo hace él, en cada ocasión. Quien esto firma está de acuerdo, absolutamente, con que debe existir esa contrapartida equilibrada a lka hora de hacer el “número”.
Por ello debe ser analizado con un poco más de profundidad este tema. Porque la remuneración deja de ser el centro de la cuestión. El tema pasa a ser de dónde salen los fondos que permiten que militantes políticos perciban una remuneración por desarrollar su actividad. Y, en ese sentido, las denuncias públicas no sirven en facebook o Twitter. Las denuncias por actividades reñidas con lo legal, por percepción indebida o corrupción deben ser realizadas en el ámbito correspondiente y, claro, con las pruebas fehacientes que demuestren lo afirmado. Cada quien tiene derecho a percibir una retribución por la tarea que realiza, los jóvenes, radicales, de La Cámpora o de cualquier agrupación. ¿O es que los asesores de la UCR no perciben dinero por su tarea militante? ¿Los asesores militantes del diputado provincial Alejandro Armendáriz, no perciben dinero por su tarea? Y está muy bien que así sea. El tema vuelve a ser, de dónde salen los fondos. Es muy sencillo el tema, si no, como decía Ricardo, estamos confundiendo un pedazo de mondongo con una toalla.
Que cada uno se haga cargo de sus dichos y sus gustos. Pero sin agravios, mucho menos de quienes ejercen funciones públicas y deben ser respetuosos y, por sobre todo, racionales a la hora de hacer política.
Alberto Víctor García

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