Editorial 29/06/2012
Quizás esta nota debería empezar por una detallada descripción del suceso ocurrido en la madrugada del 17 de junio en cercanías del Templo parroquial pero ello es imposible porque no existen datos fehacientes de lo ocurrido. Quedan, sí, las huellas que serán imborrables para una joven saladillense, Carolina Meritens.
Este sitio comenzó a publicar comentarios de los lectores en el mes de marzo pasado. Durante más de 9 años, esa posibilidad no existió cuando sí fue una alternativa en otros medios.
La apertura de ese canal alternativo motivó y sigue motivando duras críticas de muchos de quienes leen y escriben con una concreta identificación, con nombre y apellido.
Quien esto escribe ha recibido variados agravios, insultos y durísimos comentarios, varios de ellos publicados, aún siendo enviados con absoluta cobardía.
El título de esta nota lleva el nombre de una chica que fue agredida y golpeada, Carolina.
La introducción realizada tiene que ver con decenas de comentarios que no han sido publicados y que hacen referencia a Adrián Meritens, hijo de Oscar Meritens y a una situación producida hace ya tiempo en la que el joven estuvo involucrado.
Hay quienes piensan que esos comentarios no fueron publicados por alguna cuestión que puede tener que ver con favorecer a alguien que pudiera ser cuestionado por un grave hecho. Y acusan, y hablan de censura y hasta de libertad de expresión.
Hay varios motivos y explicaciones por las que la decisión del responsable de este sitio es no dar a conocer esos comentarios.
El primer motivo es la absoluta disparidad, en este y en otros casos, de criterios, que utilizan comentaristas anónimos que exigen, con dureza, nombres y apellidos de quien sea, hablan de amarillismo y se erigen en acusadores y fiscales de los demás, sin dar a conocer su identidad.
Oscar Meritens ha sido nombrado una y otra vez, precisamente, con su nombre y su apellido, coincida o no el firmante de esta nota, con sus dichos o sus actitudes.
Y es allí donde radica el más importante motivo. Su rostro, sus gestos y sus palabras indican la plena identificación.
Muchos de quienes han juzgado sus actitudes, las de hoy o las de ayer, permanecen en el anonimato y mantienen la pretensión de que alguien se haga cargo de sus insultos, agravios, denuncias y acusaciones directas. Y quien debe hacerse cargo, en ese supuesto, es el autor de esta nota. ¿Está claro? ¿O no lo tienen claro, todavía?
Y el autor de esta nota también está identificado con nombre y apellido y puede cometer errores o equivocar conceptos pero con su nombre y su apellido, completos, para que no queden dudas.
El segundo motivo es el desvío del foco temático. Que incluye a Carolina Meritens y su dolorosa realidad.
Antes de ingresar en ese delicado tema es necesario seguir clarificando conceptos sobre la participación de los lectores y sus comentarios. En este caso, a acotaciones vinculadas a este hecho grave y doloroso.
Corina Sancho, con nombre y apellido, ha escrito varios comentarios. Podría citar a muchos otros que también lo han hecho pero en este caso hay una clara identificación del interlocutor virtual.
Textualmente expresó que “No sé quién sos Noelia (haciendo referencia a otro comentario), ni tampoco sé quienes son los que comentaron, la pobre nota que este medio le dedicó a tan cruel episodio. Cuánto más fácil sería hablar dando nuestro punto de vista a las personas con nombre y apellido, pero parece que el anonimato fortalece a algunas personas para decir cualquier cosa. Con respecto a los concejales, debería darles vergüenza retirarse en lugar de acercarse al padre de la víctima... si acercarse tratar de entender, por un segundo lo que está sintiendo... ¿o acaso estaban esperando otra reacción? Dejen los prejuicios de lado, se trata de una adolescente de 20 años. Todos pensaron que tratándose del Mago, lo iba o solucionar a los golpes o quizás a los tiros... pero no, fue cómo pudo a pedir ayuda a los que nos representan, porque nadie se le acercó a el. Qué verguenza siento. ¡Nadie levantó la voz! Escuetamente, traté de hacerlo, pensando que al día siguiente alguien me acompañaría, con más comentarios... pero la nota desapareció como por arte de magia y aqui no ha pasado nada. No sé, se me terminan las palabras correctas... Son todos unos ¡CARETAS!”
La calidad de “pobre” con que Corina Sancho califica a la nota publicada en este sitio fue comentada por ella misma en un tono respetuoso y dolorido. La calidad de “pobre” de esa nota tiene que ver con el “pobre” conocimiento de lo sucedido, tan "pobre" el 17 de junio como hoy, 29 de junio. Y las “pobres” notas, al menos en este sitio, no desaparecen por arte de magia sino que permanecen en la categoría “Ediciones anteriores”, en la fecha correspondiente. Cualquier lector puede buscar la edición del 17 de junio de 2012 y allí está la “pobre” nota que no desapareció. Y la plural calificación de “CARETAS”, claro, corre por cuenta de Corina Sancho.
Quien esto suscribe se ha expresado centenares de veces sobre temas preocupantes para esta comunidad, dentro de sus posibilidades y de su conocimiento.
Ante la muerte, ante la violencia, ante la crueldad o ante la discriminación. Ante la sociedad y la política. Ha sido crítico y autocrítico.
Un tema es la ocasión y otro, el conocimiento de determinados hechos. No será falta de opinión lo que más abundará en este sitio, por parte de su responsable.
Con la posibilidad agregada de que se expresen quienes piensen que tienen algo para decir.
Pero de ninguna forma, para que utilicen la cobardía como metodología. Y para que se crean con los mismos derechos.
Quede claro, los comentarios sobre las cuestiones personales, las denuncias, los agravios, la discriminación o los hechos policiales o judiciales deben observar la igualdad de posibilidades.
Si Oscar Meritens o Juan Pérez se identifican, quienes pretendan “escribir” que lo hagan de la misma manera, identificados.
Porque hay quienes hasta se enojan y se creen en condiciones de vituperar, de insultar, de acusar y de decir lo que le viene a la boca, desde el anonimato, desde sus cuatro o cinco nombres de “guerra mediática”.
No es así. A ninguna persona plenamente identificada se le ha negado la posibilidad de expresión.
Quizás se preguntará el lector o la lectora por qué esta nota lleva por título “Carolina”.
Precisamente, porque muchos han corrido el eje de la cuestión y se han enfrascado en cuestiones vinculadas, por ejemplo, a su padre y a su hermano.
Y Carolina debiera ser el centro y no la periferia.
Carolina Meritens sufrió un salvaje ataque físico y una golpiza.
¿Pretende alguien justificar ese hecho por la portación de un apellido?
¿Pretende alguien justificar este hecho por otro sucedido en el pasado?
¿Pretende alguien juzgar y ejecutar a las personas de manera sumaria?
Carolina no es la única víctima de la violencia. Hay más
Claro que hay que elevar la voz. Sin convertirse en victimarios. Sin denuncias que no puedan comprobarse. Sin depositar las culpas en el otro, esquivando el debate concreto.
Sin incendiar otro “Imanol”, un hecho provocado con responsabilidades aún no asumidas. Ni antes ni después.
Y ahora, Carolina, cuya vida ha cambiado.
Cuyos días se han modificado.
Dueña de una profesión que no puede desarrollar.
Como tantas otras personas, de cualquier edad o sexo, necesitará contención y ayuda.
Esta joven es una nueva víctima.
Al parecer hay muchos otros no tan jóvenes que siguen mirando para otro lado, hasta que la muerte nos encuentre, entre lágrimas, velando a otra persona, joven, seguramente. Tan joven como es Carolina o como lo era Ezequiel u otro.
Para que la primera imagen que nos muestre alguna cámara de seguridad no sea algún cadáver, hay que hacer algo antes…
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