Nacionales 30/01/2025
El lateral apareció a los 90 y tuvo un regreso heroico
River e Instituto jugaron un partido que quedará en la historia. No porque haya sido una fiesta del fútbol -más bien fue todo lo contrario el 1 a 0 local- o por los esperados regresos de Montiel, Enzo Pérez o Driussi al Monumental. La apostilla que sentó un antecedente en el fútbol argentino se dio a eso de los 11 minutos, cuando el árbitro Falcón Pérez detuvo el encuentro. La razón: se había caído la televisación. Una cosa insólita que duró siete minutos aproximadamente mientras los hinchas presentes en el estadio no entendían nada -a eso de los cinco minutos de parate la voz del estadio explicó lo que pasaba- mientras los televidentes, por supuesto, no veían nada más que publicidades o repeticiones de partidos pasados.
Hasta ahora, la televisación había logrado demorar inicios o segundos tiempos pero nunca llegó a detener un partido por tantos minutos o, al menos, no fue tan evidente. Quedará para la imaginación qué hubiera pasado si la señal nunca levantaba. Un misterio.
Lo que nunca levantó fue el partido. River volvió a mostrar una imagen muy pálida, como contra Platense (1-1), y que por ahora no responde a tanto nombre ilustre en el plantel. Hablando de célebres, acaso el mejor del local haya sido Gonzalo Montiel, quien en el primer tiempo estuvo a nada de festejar con gol su regreso al Monumental. Esa "nada" fue la punta del botín de Borja. El colombiano, desesperado por anotar, terminó empujando en evidente posición adelantada el remate del lateral con destino de red.
Borja no fue el único que desentonó. El mediocampo no logró construir juego y evidenció cierto cansancio, como cuando Galoppo prácticamente le enterró la cabeza en el pasto al buen Lucas Rodríguez, cayéndose para adelante sin manera de retroceder. Fue reemplazado en el entretiempo. Tampoco la defensa, esa de Selección, estuvo a la altura. Llegadas que les valieron amarillas tempraneras a Pezzella -también salió en el descanso- y Martínez Quarta. Todo muy de pretemporada. El que sí respondió en el fondo fue Armani, quien venía de un macanón ante el Calamar, y esta vez resolvió simple cuando lo buscaron.
"Vamos River Plate, ponga huevo" y "movete River, movete" bajaron desde las tribunas cuando quedaban 15 para el final, algo para nada habitual por estos tiempos de bonanza millonaria y reflejo fiel de lo que sucedía en la cancha con los dirigidos por Gallardo.
La resignación era total en el Monumental y la mente ya estaba en el clásico del domingo ante San Lorenzo. Pero a los 90, cuando el digno Instituto ya se guardaba el puntito en el bolso, córner de Acuña, cabezazo de Paulo Díaz al palo y aparición de Montiel para tirarse de palomita y mandarla a guardar. Más que merecido festejo para el campeón del mundo. Para este flojo River, no tanto.
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