Pasaron varios días desde tu partida imprevista al cielo, lugar reservado exclusivamente para las buenas personas, que nos llenó de dolor y que aún nos tiene consternados y buscando una explicación a un estadío de la vida que nos resistimos para no aceptar.

Muchas personas e instituciones te despidieron con las mejores palabras que te definían, con muy altos valores morales, éticos, solidarios, bondadosos y todos los adjetivos calificativos que, dejaron en evidencia la extraordinaria persona que fuiste en la vida terrenal y que, sin dudas lo seguirás siendo en la vida celestial. Nos sumamos a todas esas despedidas, pero también queremos hacerlo desde nuestro costado particular, para resaltar que supiste ganarte con creces y nos tranquiliza el hecho de que nos dejaste, sabiendo que fuiste y serás integrante de nuestra familia malvinense.

Nos acercamos a otro 2 de abril y no será igual, porque tu voz y tu presencia, después de décadas, no estarán físicamente pero, si y para siempre en nuestros corazones. Te agradecemos infinitamente por tu compañía desinteresada cada vez que te lo pedimos. Te agradecemos también, por tu inquebrantable respeto sincero, manifestándolo en forma privada o en cualquier circunstancia que nos encontrábamos. Finalmente, nuestro reconocimiento y gratitud por toda vez que te desviaste del protocolo sin que nadie te lo enseñe, si no apelando a tu impronta y sabiduría, para ponerle voz a lo que nosotros no podíamos.

Querida Guillermina, te vamos a extrañar y recordar siempre. Pedimos una oración por vos, por tu descanso eterno y en Paz, y para tu amor incondicional, tu esposo Rubén, también de nuestra familia en particular, y en general para toda tu familia y seres queridos pedimos consuelo para que Dios alivie el dolor en sus corazones.

Hasta siempre Guillermina.

Veteranos de Guerra de Saladillo.