17 de abril de 2025

Nacionales 08/04/2025

Bahía Blanca: el Hospital Penna empieza a recuperarse a un mes de la inundación

Del desastre a la reconstrucción

El Hospital Interzonal Penna mostró hace un mes una de las imágenes más impactantes de la inundación en Bahía Blanca: enfermeros y enfermeras rescatando a oscuras a bebés recién nacidos y a madres de las salas de Neonatología y posparto en medio del agua que les llegaba hasta las rodillas. Treinta días después, el enorme subsuelo en el que también funcionan otros servicios todavía sigue inhabilitado, aunque ya sin agua ni barro y con trabajos permanentes para poder ponerlo en funcionamiento. El tenue olor a humedad que aún perdura se mezcla con el de la pintura de los trabajadores que reacondicionan las salas a contrarreloj.

El hospital provincial está ubicado en un predio de cuatro manzanas. Es inmenso. Sólo el subsuelo puede compararse con el tamaño total de cualquier otro hospital chico. Su ubicación en medio de un terreno empozado y en bajada lo convirtió en blanco fácil para la inusitada cantidad de agua que cayó en Bahía en la mañana de aquel viernes 7 de marzo. Los trabajadores del lugar que reciben a Página 12 para recorrer el hospital aseguran que todavía no terminan de recuperarse de lo ocurrido durante esos días.

Matías es uno de los tantos que estuvo allí en el peor momento y afirma que su mente quedó por varias semanas "clavada en ese viernes". Su puesto de trabajo, una especie de garita en el sector de ingreso de los y las trabajadoras del lugar, está a sólo dos metros de la puerta por la que esa mañana, alrededor de las 6.30, ingresó al subsuelo lo que él califica directamente como "una ola" proveniente del estacionamiento. "En unos minutos ya teníamos el agua hasta la cintura", dice y recuerda el momento más dificil de aquella mañana: "De repente se cortó la luz y todos pensamos lo mismo: 'Neonatología'. Corrimos para allá y fuimos sacando a oscuras a las mamás y a los bebés, como podíamos. Por suerte el agua no llegó a tocarlos y las incubadoras siguieron funcionando a batería", recuerda.

En su caso, tuvo que trasladar a un bebé prematuro. Coloca las palmas de sus manos a una distancia de menos de cincuenta centímetros entre ellas para dar cuenta de su tamaño. Luego se las lleva al pecho, contra el que trasladó ese día al bebé: "En ese momento sólo pensás en sacarlo, tenés a un recién nacido en tus manos, sacándolo a upa y con agua en las piernas, por suerte el hospital nos brindó psicólogos para hablar de esto", señala. Valeria Vincent, instrumentadora quirúrgica del hospital, también califica a lo ocurrido como "devastador". Señala que al ver cómo quedó el subsuelo tras la bajada del agua "no pude evitar las lágrimas". "Estaba todo tirado en el piso, flotando en agua y barro, y los equipos destruidos, todo roto, parecía que hubiese explotado una bomba", dice.

Treinta días después, el panorama es muy diferente. Aunque aún inhabilitado y con huellas del desastre, en el subsuelo ya no hay agua ni barro y comenzaron los trabajos de pintura. En las salas, abiertas para su ventilación y casi vacías, se ven camillas, las camas sin colchones y algún que otro elemento médico. En los pasillos se guardan paquetes de insumos como algodones, papeles higiénicos o gasas, mientras que una gran sala del fondo del subsuelo se utiliza para arrojar los residuos: los hospitalarios se eliminan, los comunes se preservan para reciclaje.

Al lugar lo limpiaron sus trabajadores, grupos de voluntarios y los equipos de limpieza especializados en hospitales que el Ministerio de Salud bonaerense envió al lugar junto con más de 200 agentes sanitarios. Aunque sea domingo, en los pasillos del sector se ve un movimiento permanente de trabajadores del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias provincial, que montó consultorios externos y trajo sus ambulancias luego de que el Penna las perdiera todas. El Gobierno provincial ya anunció que destinará un presupuesto de 22 mil millones para el hospital en el marco del Plan de Reconstrucción Integral de Bahía Blanca.

Además de Neonatología y pre y posparto, en el subsuelo funcionaba la terapia intensiva, las salas de cirugía y otros consultorios, entre otros servicios, que lentamente fueron siendo reubicados en distintos lugares del hospital --un sector de pediatría, por ejemplo, fue readecuado para albergar cuatro camas de terapia-- y otros centros de salud, aunque con otra capacidad. El trabajo de las instrumentadoras grafica cómo tuvieron que reorganizarse las labores en las semanas posteriores a la catástrofe. Vincent explica que "nos rearmamos yendo a distintos hospitales a hacer las urgencias, cubriendo en obras sociales, el Hospital Italiano y el Español, todo eso sumado al quirófano que se armó en nuestro hospital para la urgencia pura".

Matías indica que ahora la prioridad es rehabilitar las salas de terapia. Es allí precisamente donde se concentra la mayor parte de los y las trabajadoras de cuadrillas del gobierno provincial, sector en que el olor a pintura le hace frente al de la humedad que todavía permanece. Como en todo Bahía, en las paredes quedó grabada la marca hasta la que llegó el agua. De allí para abajo es todo humedad y ese es uno de los principales focos de combate: los trabajadores explican que los equipos especializados están luchando centímetro a centímetro para combatir el posible avance de hongos en las paredes, incompatibles con los servicios hospitalarios, y sólo cuando se certifica que los muros están en buen estado se procede a la etapa de pintura.

Los y las trabajadoras ya recibieron además un esquema de vacunación especial, ya que estuvieron expuestos tanto a residuos hospitalarios como al líquido cloacal que subió desde abajo. Matías señala que quedaron encerrados de agua: "Vino de arriba, de los costados y de las cloacas". Todos coinciden en resaltar el esfuerzo que realizaron por sacar adelante el hospital. Matías estuvo 40 horas seguidas en el lugar desde el momento de la inundación, mientras que Cristian, su compañero del área de seguridad, cortó sus vacaciones para ir a ayudar: "Lo primero que me acuerdo de cuando llegué es que ya no había agua pero todo el piso estaba tapado por una capa de barro de al menos 30 centímetros", señala.

En la comunidad del hospital le tienen un cariño especial al centro de salud ya que muchos son familiares de extrabajadores. El actual edificio del Penna tiene 40 años de vida, pero antes funcionó en el mismo lugar un gran policlínico del que todavía se conservan partes de su antigua estructura dentro del predio. Matías y Cristian son hijos de trabajadores del lugar, mientras que Vincent es empleada del Penna casi desde su fundación: "Tengo 38 años en ese quirófano, donde me forme, aprendí y siempre di todo, y jamás pensé que podría pasar algo así", se lamenta.

Como toda la ciudad, el hospital también recibió gran cantidad de donaciones. La más grande fue la de los laboratorios farmacéuticos argentinos asociados a CILFA, que enviaron dos quirófanos completos, diez camas de cuidados intensivos y cinco respiradores, además de otros más de 50 elementos médicos. A un costado del ingreso principal al hospital, en tanto, se puede ver una pequeña montaña de insumos y ropa llegada de distintas olas de donaciones de todo el país. A mediados de marzo, el hospital expresó en un comunicado su "profundo agradecimiento a toda la comunidad por la enorme cantidad recibida", pero tuvo que pedir que se detengan las donaciones "por motivos de espacio y operatividad dentro del hospital": ya no había lugar para guardar la solidaridad.

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