Opinión 18/06/2025
La prisión de Cristina Kircner y la movilización contra su proscripción
Desde Constitucio?n hasta el Obelisco, y desde Once hasta Plaza de Mayo, cientos de miles de manifestantes que caminaban en todos los sentidos posibles fueron protagonistas de una gran coreografi?a loca. Columnas que iban y veni?an, miles de banderas que se desplazaban, cartelones de los sindicatos que navegaban sobre decenas de miles de cabezas de aqui? para alla?. Y a ese enorme especta?culo se le encimaba el inu?til despliegue masivo y amenazador de cientos de motociclistas armados como si fueran soldados ucranianos en Kursk, camiones blindados, hidrantes y efectivos a pie diseminados en todo ese gran despelote.
Los taxistas que votaron a Javier Milei deben estar de festejo. Nunca estuvo tan desordenada la Ciudad de Buenos Aires como sucede desde que Patricia Bullrich llego? al Ministerio de Seguridad. En el Partido Justicialista dijeron que habi?a medio millo?n de personas. Es una cifra calculable, difi?cil de precisar, pero si se compara ese movimiento cao?tico de multitudes por todos los rincones de la ciudad, es una cifra posible.
Era mie?rcoles, di?a del jubilado hambriento y apaleado. Otras veces, los jubilados que se reu?nen frente al Congreso han recibido la solidaridad de los movimientos sociales y hasta de las hinchadas de fu?tbol. Este mie?rcoles podra?n regresar a sus casas sin pasar antes por el hospital, ya que decidieron sumarse a la marcha contra la proscripcio?n de Cristina Kirchner y dejaron con las ganas a los efectivos del gas y el garrote, famosos por su valenti?a.
En las estaciones de trenes y de subtes, miles de pasajeros de edades y condiciones sociales indistintas entonaban: "Somos de la gloriosa, juventud peronista...a pesar de las bombas, de los fusilamientos, de los compañeros muertos, de los desaparecidos...no nos han vencido..." La movilizacio?n cubrio? la ciudad, por eso la cifra es crei?ble.
Movilizar a medio millo?n de personas en un pai?s desmovilizado y esce?ptico, como se demostro? en el alto ausentismo de las u?ltimas elecciones, constituye un fen?omeno interesante, sobre todo para los que daban por fenecido al peronismo. El medio millo?n no incluye a las grandes movilizaciones que se realizaron tambie?n en ciudades del interior del pai?s.
Toda esa movilidad obedecio? a que hasta u?ltimo momento no se habi?a precisado la hora ni los puntos de concentracio?n, porque recie?n el di?a anterior se dilucido? si Cristina Kirchner debi?a apersonarse o no en los tribunales de Comodoro Py. Y varios miles, algunos de los que habi?an llegado de las provincias, quisieron pasar antes por el domicilio de la expresidenta, en Constitucio?n.
Tampoco estaba claro si podi?a salir al balco?n de su casa a saludar. Colgo? un mensaje en las redes pidiendo al juez que le aclare el punto, mientras en la calle miles de personas amontonadas como en el tren en hora pico, le pedi?an que se asomara a saludar entre humos tribales de choripa?n. De repente, entre la humareda empezaba el grito "el que no salta, voto? a Milei" y ese universo apretado comenzaba a moverse al uni?sono de arriba a abajo. El apretujamiento haci?a imposible abstenerse. Hasta un discapacitado, que tambie?n los habi?a, hubiera saltado.
Finalmente le negaron el permiso y no salio?. Pero los manifestantes igual hicieron su fiesta de protesta. En toda la pared del edificio y en edificios cercanos pegaron mensajes y agradecimientos. En la puerta quedaron decenas de estampitas y medallitas de innumerables vi?rgenes y santitos difi?ciles de identificar para el profano.
Frente a la casa de San Jose? y Humberto Primo cada quien conto? su historia: co?mo consiguio? el trabajo con Cristina, co?mo sanaron a su hijo, co?mo pudo ir a la universidad, co?mo entendio? por fin al peronismo de sus padres, co?mo consiguio? para comer cuando no teni?a, co?mo pudo terminar la escuela, co?mo pudo tener casa propia, co?mo se pudo jubilar su madre, co?mo, co?mo, co?mo, una interminable lista de historias personales que se originaron en poli?ticas de los gobiernos kirchneristas.
Habra? personas que no tendra?n nada que agradecer. Pero hay muchos ma?s que si?, no fue una ilusio?n o "relato". Y habra? muchos mezquinos que fueron favorecidos, pero no agradecen y esta?n furiosos porque no fueron los u?nicos y piensan que los dema?s no se lo mereci?an.
Adema?s de movilizar en un pai?s desmovilizado, no fue una movilizacio?n aburrida. Habi?a complicidad, hermanamiento. Hace bien ser agradecido. Pero el camino hasta la Plaza de Mayo no fue tan bullicioso. Todos iban apurados a los puntos de concentracio?n y unos pocos ma?s ordenados y numerosos trataban de llegar primeros. La Marcha Peronista y el Himno fueron cantados como veinte veces en cada esquina en las que cada grupo quedo? encajado.
La ilusio?n de escuchar o ver a Cristina Kirchner estaba latente en la multitud. Como a las 15.00 se la escucho? desde los altoparlanetes que habi?a en la Plaza. Pero pocos entendieron lo que dijo porque el sonido de los amplificadores reverberaba. Y los que estaban ma?s atra?s ni siquiera se dieron cuenta y segui?an machacando los bombos lo que impedi?a escuchar a los que estaban ma?s adelante. Cuando el discurso de Cristina estaba promediando, los de atra?s entendieron lo que pasaba y se callaron, pero pocos pudieron saber lo que deci?a y seguramente lo leyeron al llegar a sus casas.
La principal dirigente del peronismo y de la oposicio?n dio un discurso desde su lugar de reclusio?n a cientos de miles de personas. Ha sido un di?a que los abuelos contara?n a sus nietos. Y al reve?s de lo que se podri?a suponer, esa multitud que se volco? a las calles a protestar por la condena a Cristina Kirchner, no lo hizo con odio, sino con la alegri?a de la lucha, lo cual sera? ma?s peligroso para sus enemigos.
Luis Bruschtein
Periodista y subdirector de Página/12.
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